miércoles, 19 de agosto de 2015

Un dónde

Un jardín no es un lugar: es un tránsito, una pasión. No sabemos hacia dónde vamos, transcurrir es suficiente, transcurrir es quedarse: una vertiginosa inmovilidad”
(Cuento de dos jardines, Octavio Paz)

De pronto
Sentí la necesidad sorda
De enlazar nuestros cuerpos desnudos
En la orilla del río
Que arrastra desde un anca
A la cristalina transparencia
De la nieve en lontananza

Las piedras castañean
Como dientes tiritando de frío cordillerano
Que concentra en ese hilo plateado arrojado a nuestros pies
Todo el filo que aguardan las distancias
Entre el mar con sus hijas olas
Y la calle en que nunca reventarán

Pero el río
El río tan quieto
Hasta perder su nombre
Frío de río
Era tierno con el remanso que nos acogía
En un arrullo de cuna de siameses

El paisaje que abrazábamos abrazándonos
Rebalsaba de centellas temperadas
Que resonaban reverberantes
Cada vez que su luz goteaba
En el fondo oscuro
Que nos sostenía

Y la fauna lunática
Ante nuestros cuerpos enredados
Como la madeja de la araña
Se presentía amenazada

El cuervo creyendo que moríamos
Nos hacía sombras con su vuelo en espiral
Y roza un ala con la del pelícano
Embobado en su grito fractal
Despiertan los lobos marinos
 Los hipocampos
Y se despellejan
Para quedar más desnudos que nuestra desnudez
De híbrido más vital que el centauro


¿Estaremos en un dónde o simplemente en un cuándo hecho de aire?