miércoles, 23 de diciembre de 2015

Confesional

Lo conocí muerto.
Inútiles fueron los intentos de la masa
por resucitarlo con un te amo.
Jamás el muerto se puso de pie
ni mucho menos se fue caminando
hacia la estación del tren.
Inútil fue todo por retenerlo,
incluso si todos en ese momento
habrían detenido el giro de la tierra
para gritarle tiernamente
resiste, no mueras, te amamos tanto, tanto.

La sangre se escapaba inútilmente
inunda  la plaza
en que todos alguna vez
jugamos niños sin sospechar
que la muerte era algo posible.
Vivimos cada día del año sin saber
cuál de todos ellos estaremos muriendo
al lado de un carrusel impertérrito,
al lado de la impavidez del mundo
¿Cuál de todos estos días vendrá el blanco a absorberme?
¿Cuántos catorces de mayos habrás vivido tranquilamente
haciendo minucias cotidianas, 
callando esa voz que decías que te llevaba?
Uno de esos catorce de mayo…

Te conocí muerto, te amé muerto
¿Habrías sobrevivido si me hubiera enamorado antes de ti?
¿Habrías sobrevivido si en ese preciso instante
no habría matado a nadie con alguna fatídica confesión?
¿Y si no hubiera dicho nada?
¿Y si me habría quedado en casa?
 ¿Y si hubiera ido corriendo a abrazarlo?
Pues conocida es la historia del vuelo de una mariposa en China
y sus consecuencias en las antípodas.

La gente agolpada alrededor de su cadáver,
No mueras, te amamos tanto,
no mueras, por favor, te amo tanto.
Vivo tal vez no lo habré reconocido.
Seguramente en el mismo vagón
nos habremos esquivado las miradas
y lo disolví en mi memoria.
Hoy voy al lugar donde caíste.
Simulé tu muerte, seguí tus movimientos de dolor,

Te acurrucaste, no paro de ver tus fotos, te acurrucaste como en aquella foto que publicaste en año nuevo, año último, ¿lo habrías sabido? El vuelo de la mariposa…

Simulé tu muerte
y los ojos se me nublaron de bombas lacrimógenas, la garganta me llora
y marco tu número en un teléfono público,
Tu voz que no respondo,
cuelgo y me trago la garganta,
muerte al lado de la infancia
atropellada por las balas en el carrusel.
 Miro a la ciudad desde arriba
y me digo, allí moriste, sin poder amarte vivo.

Cada día la nada se autoconfirma
y antes de que la oscuridad me duerma
me convenzo de este error que es estar arrojada
y que se corrige con la muerte.
Pero decir te amo es igual a decir esperanza.
Decir te amo es hacer eternidad,

aunque morir sea demasiado fácil.  

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